Scaramouche


Scaramouche fue el espadachín más famoso del siglo XVIII, que lucha y actúa como un charlatán en medio de amores y aventuras. André es hijo de un noble francés desconocido y muy amigo de Philip de Valmorín, a quien ayuda a huir de los hombres del Rey que lo acusan de sedición. André se enamora de Aline, pero descubre que es hermanastra suya.

1952, USA, 115 min.
Director: George Sidney Guión: Rafael Sabatini, Ronald Millar, George Froeschel Fotografía: Charles Rosher Música: Victor Young Intérpretes: Stewart Granger, Eleanor Parker, Janet Leigh, Mel Ferrer, Henry Wilcoxon, Nina Foch, Richard Anderson, Robert Coote, Lewis Stone, Elisabeth Risdon Fecha de estreno: 22 de enero de 1953


Un comentario en “Scaramouche

  1. Otro de esos relatos de antaño sacados del universo aventurero, fascinante y ensoñador de Sabatini («El capitán Blood», «El cisne negro», «Bardelys, el caballero del amor») que, como era obligado, ya tuvo una versión primorosa en el cine mudo con el semimítico Ramón Novarro de protagonista (en España casi no se ha visto pero en EEUU puede verse ahora restaurada por la Warner en DVD).

    Obra mayor del cine de capa y espada, quizás el último gran ejemplar (junto a «El temible burlón») de un género que en Hollywood empieza con el mítico Douglas Fairbanks de «La marca del Zorro» (versión de 1920), pasando por las musicales «Los tres mosqueteros» y «El pirata» (ambas con Gene Kelly), «Justicia corsa» (protagonizada por Fairbanks Jr), los duelos inolvidables de Errol Flynn con Basil Rathbone en «El capitán Blood» y «Robin de los bosques», «El conde de montecristo» (la legendaria versión de 1934), «El halcón y la flecha» y un largo etcétera de films de aventuras y piratas, y termina ahora, pasando a la serie B norteamericana e incluso instalándose en el renacer del cine europeo tras el finiquito que supuso la 2ª Guerra Mundial (las mejores eran las que menos se recuerdan: «Fanfán el invencible», «El intrépido LaTour»,…).

    Aparte de la esgrima, el film se enriquece con las aportaciones que hace su director -George Sidney, inolvidable maestro del musical- en cuanto a tonalidades (la fotografía en color es espléndida, el uso expresivo del color admirable), entonación (estructura, romanticismo y recorrido enteramente de gran musical pero sin canciones), puesta en escena (verdaderamente ágil y con profundidad de campo, con ángulos y travellings novedosos destacando las coreografías de la escena inicial y, sobre todo, de la secuencia cumbre), transiciones y tempos muy medidos, homenaje a los cómicos y al teatro itinerante de siglos atrás (coincide con el Renoir de «La carroza de oro» estrenada ese mismo año, y tambien influencia de algún modo al Fellini de «La strada»), y demostrando una verdadera querencia por sus personajes y por no descuidar ningún detalle de la narración.

    Potenciando el look de la MGM de los 50, Sidney acierta aún más: los personajes masculinos son sobrios pero no estereotipos (destaco a un excelente actor olvidado, Henry Wilcoxon, dos décadas antes fetiche de Cecil B. DeMille en sus películas erótico-históricas, al jovencísimo y luego menospreciado y televisivo Richard Anderson, y al veterano e imprescindible Lewis Stone que ya salía en la versión muda), y los femeninos contrastan y se complementan derrochando cada uno un erotismo muy particular (exuberante y bellísima Parker en una de sus mejores creaciones, dulce pero sugerente Leigh en uno de sus primeros papeles importantes, encantadora Nina Foch en su brevísima aparición).

    Guiños iniciales y final al período en que se ambienta (la Revolución Francesa), toques de humor, sentido épico y aventurero, romanticismo y sugestión, convicción y maestría en los retratos morales y ambientales, envergadura artística de primera magnitud en escenografía, vestuario, ambientación, el film es una verdadera gozada en todos los sentidos (exceptúo dos planos con transparencias y uno de montaje a lo «cine cómico mudo» que tanto abunda en el Hollywood de la época y que hoy se desdeñan), que obtuvo una inmensa acogida por parte del público en su estreno y encumbró al actor encasillándolo en este tipo de papeles pese a su variada trayectoria inglesa anterior.

    En suma, una película para descubrir y revisar con infinita satisfacción. Un clásico con «C» mayúscula.

    Imprescindible.

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