Vidas rebeldes


Una joven llega a Reno para divorciarse. Allí conoce a un vaquero y decide quedarse con él unos días en su cabaña. Poco después descubren una manada de caballos salvajes en la montaña y, en compañía de otros amigos y un hombre especialista en rodeos, emprenden la aventura.

akas: The Misfits, Gli spostati, Les désaxés, De Ontwrichten, Nicht gesellschaftsfähig, De missanpassade, Los inadaptados
1961, USA, 124 min.
Director: John Huston Guión: Arthur Miller Fotografía: Russell Metty Música: Alex North Intérpretes: Clark Gable, Marilyn Monroe, Montgomery Clift, Thelma Ritter, Eli Wallach, James Barton, Kevin McCarthy Fecha de estreno: 28 de mayo de 1962 Ver en Filmin


Un comentario en “Vidas rebeldes

  1. A principios de los años 60, el cine norteamericano echa la mirada hacia atrás de la mano de una nueva generación de realizadores (la «generación perdida») que comienza a ´reinventar´ algunos de los géneros tradicionales que estaban ya agotados por el paso del tiempo o por la rivalidad directa con la TV (el drama, el musical, la comedia, el thriller, el western). Esta depuración continúa viva toda la década e impregna a la siguiente (El Peckinpah crepuscular de «Duelo en la alta sierra», el Edwards lúcido y amargo de «Días de vino y rosas» o el Penn renovador de «El milagro de Ana Sullivan» dan paso al Jewison cínico y desencantado de «El rey del juego», al Fosse rompedor y experimental de «Noches en la ciudad», al Pollack inmisericorde de «Danzad, danzad, malditos», al Pakula innovador de «Klute», y éstos, al Milius desmitificador de «Dillinger», al Bogdanovich lírico y pesimista de «La última película», mientras los cineastas que siguen en activo se suman al cambio: el Gordon Douglas de «Río Conchos», el Siegel de «El seductor», el Wyler de «El coleccionista», etcétera).

    Huston, incluido en esa generación por muchos, es uno de los que da el pistoletazo de salida con esta obra a contracorriente en su día. Film mítico por varias razones (fue la última aparición en la pantalla del mito Gable, de Marilyn, la última película importante de Clift -en «Vencedores o vencidos» solo salía en un par de escenas, «Freud, pasión secreta» no fue considerada por casi nadie-, guión autobiográfico en parte del personaje de Marilyn escrito por su recién estrenado marido, el dramaturgo Arthur Miller), emblemático para toda una generación (se narra el destino cruel de unos personajes que no saben que su mundo ya no existe, aunque lo perciben), y bisagra entre el cine clásico de antaño y los modos que triunfarán en el cine inmediatamente posterior (más centrado en psicologías, percepciones, que en emocionar o entretener al público colando subtemas prohibidos o escandalosos que se puedan leer entre lineas), su visión a día de hoy depara varias sorpresas.

    Con el halo de «malditismo» y de leyenda que rodean a esta película, sus virtudes no escapan al espectador que se interne en ella (fotografía de excepción, mirada personal e interconectada con lo que se cuenta por parte del director, actores entregados a lo que suponían iba a ser una auténtica Obra Maestra, escenas de gran belleza, tono narrativo entre la melancolía, la lucidez y la desesperanza, secuencias memorables y llenas de fuerza: la doma de caballos salvajes, la escena del anillo en el puente, el momento en el bar, el rodeo, los diálogos y miradas de Gable-Monroe que salpican toda la historia, el patetismo de los personajes de Wallach y Ritter,…)

    Éstos «Misfits» del título original figuran en todas las enciclopedias del cine, y la obra en sí, sin ser todo lo maravillosa y excepcional que pudiera pensarse, esboza a la perfección la dinámica imparable del progreso, de la civilización, y engarza de forma natural con el cine de perdedores tan querido a Huston (desde la mística irredentora de «El tesoro de Sierra Madre», pasando por el triste desánimo, la desolación de «La noche de la iguana» o la demoledora y consciente autodestrucción de «Bajo el volcán»).

    Película de personalidades, de fuertes contrastes, moderna y clásica a la vez, del todo inolvidable pese a cierta ruptura interna (en la narración, en el tono) que denota que, por una vez, Huston no supo o no pudo llegar a las entrañas de una historia, de unos personajes que conocía demasiado bien, no consigue capturar, desmenuzar, profundizar en todos los aspectos, y hay puntos débiles que quedan en el aire apenas dibujados.

    En definitiva, una pequeña, y fallida, pero enorme cinta. Jamás dejéis pasar la oportunidad de verla.

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