El profesor chiflado


El profesor Julius Kelp, considerado como una eminencia en ciencias químicas, en realidad no tiene nada de eminente ni en su físico, ni siquiera en la forma que tiene de enseñar química a sus jóvenes alumnos. Su tremendo complejo de inferioridad que arrastra desde pequeño radica en que no tiene la fuerza física suficiente para poder competir con algunos de los musculosos alumnos a los que enseña. Para superar este complejo decide inscribirse en un gimnasio. Sin embargo la experiencia es un desastre. Un día, por casualidad, tras beber un compuesto que acaba de crear, se transforma en un joven y apuesto galán, un triunfador al que no le queda nada de sus complejos anteriores. Lo malo es que la fórmula funciona sólo por un tiempo limitado.

akas: The Nutty Professor, Docteur Jerry et Mister Love, Der verrückte Professor
1963, USA, 102 min.
Director: Jerry Lewis Guión: Jerry Lewis, Bill Richmond Fotografía: W. Wallace Kelley Música: Walter Scharf Intérpretes: Jerry Lewis, Stella Stevens, Del Moore, Kathleen Freeman, Med Flory, Norman Alden, Howard Morris, Elvia Allman, Milton Frome

Un comentario en “El profesor chiflado

  1. En la década de los sesenta del pasado siglo mi cómico favorito, sin duda alguna, era Jerry Lewis (Newark, New Jersey, 1926). En esos años proto-adolescentes también le hacía competencia en mis preferencias, el simpático “gendarme” francés, Louis de Funes (Fantomas contra Scotland Yard, Hibernatus, el abuelo congelado o El hombre orquesta, por citar solo algunas), cuyas películas también se estrenaban con facilidad en España, pero sin llegar a la feracidad cinematográfica del gran histrión norteamericano. No me perdía ninguno de sus filmes en ese decenio, una vez abandonadas sus colaboraciones como pareja cómica de Dean Martin, en 1956, tras el estreno de Loco por Anita (recuerdo con mucho cariño, por ejemplo, su primer estreno en solitario Delicado delincuente, de 1957 -pero que yo vi en los sesenta- y, sobre todo, Lío en los grandes almacenes, de 1963).

    Estas cosas del cine, hacía muchos años que tenía pendiente una deuda, sentimental casi, con el gran Lewis: revisar alguno de los títulos más destacados de su abundante filmografía. Pero venía postergando el momento por el temor a sufrir una decepción, ya que cuando esta tiene, podríamos decir, carácter retroactivo algo íntimo se conmueve en el alma, horadándola incluso, valga la inmoderada exageración. Pero, afortunadamente, no ha sido así. Y eso que tenía algún precedente un tanto decepcionante de un trabajo mucho más moderno de Jerry en el filme El rey de la comedia (1982), en donde su habitual perfil de cómico revulsivo contrastaba bastante con el agridulce personaje escrito para él por un admirado Martin Scorsese (por cierto qué gran canción de Van Morrison se escucha en la banda sonora original). Y no lo ha sido, como decía, porque he vuelto a disfrutar como un enano de este “profesor chiflado”: que no otra cosa es que una original revisitación pop, de singular cromatismo, del mito stevensoniano del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cuya versión cinematográfica interpretada por Spencer Tracy (y dirigida por Victor Fleming, en 1941) tanto había impactado al jovencito Lewis de 11-12 años, según él mismo declara en uno de los estupendos documentales que acompañan la edición del filme en dvd en el mercado español.

    El desdoblamiento químico de la personalidad entre el profesor Julius Kelp y el seductor “crooner” Buddy Love nos proporciona diversas escenas hilarantes que le permiten a Lewis campar por sus fueros de histriónico mimo, aprovechando al máximo su inefable timbre de voz infantiloide que tantas risas suscitaba en nuestra época de chiquilines, si bien, claro está, en su magnífico doblaje al español. Y, lo más importante, esa alquimia taumatúrgica que tantos efectos sorprendentes provoca en un auditorio siempre estupefacto, el del centro universitario, el de la discoteca, el del propio espectador cómplice de este payaso universal, resulta ineficaz, pásmense, a la hora de llevarse a la chica más guapa de la clase: una deslumbrante Stella Stevens, pícara, seductora, magnífica, en fin, en un rol muy alejado del que pocos años después interpretaría, de forma rutilante «as usual», en ese “crepuscular” de Peckinpah conocido por La balada de Cable Hogue (1970), en donde tanto se recordaban en nostálgica canción las románticas “mariposas de la mañana”.
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    NB: el filme está editado en dvd por Paramount España en la colección «Imprescindibles» de El Corte Inglés y presenta subtítulos en español, aun cuando no se especifique esta circunstancia en la web de la película de este conocido distribuidor.

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