Un hombre de suerte


Narra las peripecias de un joven vendedor de café.

akas: O Lucky Man!, Le meilleur des mondes possible, Szczesliwy czlowiek
1973, GB, USA, 183 min.
Director: Lindsay Anderson Guión: David Sherwin Fotografía: Miroslav Ondrícek Música: Alan Price Intérpretes: Malcolm Mcdowell, Ralph Richardson, Rachel Roberts, Arthur Lowe, Helen Mirren, Graham Crowden, Peter Jeffrey, Dandy Nichols, Mona Washbourne Fecha de estreno: 9 de diciembre de 1974

Un comentario en “Un hombre de suerte

  1. Comedia que abarca la sátira, el idealismo, la semicaricatura y el análisis del mundo occidental actual, especie de «Tom Jones» posmoderno con toques de los Monty Pyton, a ratos bordeando la senilidad conceptual, por momentos algo subversiva, es una obra que obtuvo un aplastante éxito en su estreno y que, faltaría más, llegó a España recortada en casi 30 minutos de metraje.

    Algo desigual en su potente cuestionamiento de ciertos males de nuestra sociedad (corrupción, abuso en el ejercicio de la autoridad, el concepto de éxito empresarial, profesional, personal, el arrollo-desarrollo de la técnica y la investigación científica, lo inamovible de la religión, el envejecimiento de los dogmas intelectuales, el capitalismo moderno, el neocolonialismo), la película oscila entre la profundización y el desdibujo, entre el bisturí implacable que todo lo saca a la luz y el intento estimable de verter el foco en un aspecto concreto tras otro.

    Mas que sketchs alargados o lineales, el film consigue una unidad envidiable en muchos momentos, hasta desembocar en escenas de gran patetismo (el tercio final, cuando el protagonista sale de prisión e intenta salvar a todo el mundo), sin olvidarse de mostrar condiciones universales del ser humano que el cine solamente ha mostrado desde mediados de los años 60 (la escena erótica del burdel, cortometraje pornográfico incluido, un tímido reflejo del amor libre en la aparición del personaje de Helen Mirren, la provocativa escena del pecho lactante), y tiene incluso una secuencia de homenaje a la violencia estilizada, trampolín del actor, de «La naranja mecánica».

    Los actores centrales hacen dos y tres papeles distintos (el gran Ralph Richardson, la venerable Rachel Roberts), mientras McDowell pasea su ´insufrible´ aplomo por toda la cinta, a ratos con muecas, a ratos interpretando bastante bien, a ratos sublime, en una historia que se le ocurrió a él mismo.

    Más que una comedia inglesa parece un musical de Broadway con tintes de coyuntura (banda sonora persistente, canciones ácidas, burlonas, inteligentes), una especie de «Hair» en un tono de búsqueda existencial más pronunciado y hasta algo desenfocado.

    Una obra que temía un poco revisar, que empieza en alto (la introducción, la escena de degustación del café) y no decae pese a lo extenso de su minutaje íntegro. Tantos temas toca que alguno se queda en mera especulación, pero es un trabajo bastante intenso, a contracorriente y abiertamente divertido. Para ver con bastante atención.

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