Vidas borrascosas


Sexo, frustaciones y violencia subyacen bajo la tranquila apariencia de una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra, cuya clase alta no está dispuesta a reconocer los fallos de conducta que se producen en su familia.

akas: Peyton Place, Glut unter der asche, Les plaisirs de l’enfer
1957, USA, 155 min.
Director: Mark Robson Guión: John Michael Hayes Fotografía: William C. Mellor Música: Franz Waxman Intérpretes: Lana Turner, Lee Philips, Lloyd Nolan, Arthur Kennedy, Russ Tamblyn, Terry Moore, Hope Lange, Diane Varsi, David Nelson Fecha de estreno: 12 de octubre de 1963


Un comentario en “Vidas borrascosas

  1. Desmesurada duración para lo que cuenta este melodrama, para el espectador de hoy día sumamente convencional, para su tiempo escabrosa y polémica (En España se estrenó antes su secuela, y cuando por fin llegó a los cines, se suavizaron los diálogos de las escenas clave en el doblaje).

    Historia de hipocresía social y provincianismo soterrado, revestido de costumbrismo con gotas de tragedia, el film pudo ser magnífico si se hubiesen podado la mitad de las escenas en el montaje, eliminando pasajes, personajes y anécdotas que nada añaden al conjunto de la obra (ese homenaje al cine cómico mudo con el niño glotón en la feria), y se hubiese insistido más en algunos detalles (los personajes del industrial y la esposa de su hijo están poco dibujados, el papel del nuevo director del colegio es muy secundario, los verdaderos protagonistas del relato están poco potenciados).

    Quizá su mayor problema sea el enfoque: uno espera ver una atmósfera asfixiante («Al Este del Edén», «La noche de la iguana», «Picnic»), y se encuentra con una obra algo pálida, necesitada de más vigor, con largos momentos de tedio (dirige Mark Robson, no se olvide), que a cambio tiene otros momentos de verdadera fuerza (magnífica interpretación de Arthur Kennedy y Betty Field, excelente una jovencísima Hope Lange, bastante bien Russ Tamblyn).

    Las adaptaciones de novelones han deparado alguna sorpresa en la historia del cine («El valle de las muñecas» es igual de prolija pero mucho mejor película porque no pierde de vista el sentido de lo que cuenta, y lo va reforzando en lugar de recrearse y de dejarlo pasar, por no hablar de clásicos apreciables como «Un beso antes de morir» y «El grupo», o ya verdaderamente inmensos como «Escrito sobre el viento» o «Esplendor en la hierba»), pero normalmente encontramos películas que ambicionan reflejar un mosaico de parajes y personajes donde, en un momento determinado, un tabú o un hecho escandaloso termina de sacar a la luz la verdadera condición de lo retratado, perfilándose así todo el conjunto.

    En esta cinta, hay papeles que aparecen todo el tiempo en pantalla (Lana Turner, Lee Philips, ambos muy correctos), y que van en detrimento de lo que pretende narrarse: no acentúan nada sino que se convierten en elementos que desaglutinan en vez de integrarse en un núcleo principal o secundario que sirva de contrapeso a la idea general del film.

    Por último, tanta ambición y tantísimo metraje, sirve para que al final la cinta se desinfle, y toda la parte última no es mejor que cualquier miniserie o telefilm de sobremesa: la parte del juicio es previsible, lineal, aunque esté dignamente rodada.
    Éxito comercial nada despreciable, con una temática subyacente siempre sórdida y que suele funcionar en el cine. Con los ojos de hoy, todavía es potente pero queda lastrada por algunos defectos que se hacen fastidiosos. No obstante, será una pequeña delicia para los aficionados al género.

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