El desierto rojo


Giuliana, la mujer del propietario de la fábrica de Rávena, padece problemas mentales que intenta ocultar. Pero Zeller, un ingeniero que trabaja para su marido, se aprovechará de su débil situación.

akas: Il Deserto Rosso, Le désert rouge, De rode woestijn
1964, Italia, 117 min.
Director: Michelangelo Antonioni Guión: Tonino Guerra, Michelangelo Antonioni Fotografía: Carlo Di Palma Música: Giovanni Fusco, Vittorio Gelmetti Intérpretes: Monica Vitti, Richard Harris, Carlo Chionetti, Xenia Valderi, Rita Renoir, Aldo Grotti, Valerio Bartoleschi, Lili Rheims Fecha de estreno: 1 de diciembre de 1969

Un comentario en “El desierto rojo

  1. Cosa curiosa, este film me fascina/irrita a partes iguales: en algunos visionados, me dejo arrastrar por su conceptualismo, su parte intelectual y estilística, su sentido de film un poco «problemático», típico de un gran cineasta en cierto bache creativo, que se limita a repetir sus inquietudes anteriores, plasmándolas en una especie de «rebozado» visual y anímico, que me desborda e interesa.

    En otros visionados/revisiones, me chocan ciertos aspectos formales/de fondo (la inclusión del inolvidable Richard Harris con un personaje algo fuera de lugar, forzado, psicoanalítico, teatral, el juego de contrastes psicológicos, el uso obsesivo y a ratos pintoresco del color y su capacidad expresiva, el hieratismo/gelidez de la narración, los aires «demodé» de un Antonioni que parece más ensmismado e incomunicativo que nunca, el narcisimo de ciertos momentos, el abuso de la belleza algo etérea de la Vitti y de su capacidad como actriz para la introspección, etc etc.

    Pocas veces una película me ha hecho gozar/desesperar tan visceral y a la vez tan íntimamente, y es que rastreo un profundo dolor (de tono existencial) detrás de la cámara, una soledad amarga e infinita, un desarraigo que jamás percibí en el cineasta en ninguna de sus obras anteriores.

    Mi film favorito de Antonioni es «El grito», y este «Desierto rojo» parece ser un verdadero grito/aullido hacia la sociedad contemporánea (sus males, su individualismo exacerbado, su inmisericorde ceguera hacia el consumo, el «acomodarse» ante una ideología sin cuestionarse nunca nada), de ecos más feroces de los que la melancolía de Rohmer, el trascendentalismo de Bergman o el cinísmo/acritud de Fellini me han hecho sentir jamás.

    Recibida en su día entre el aplauso y la burla/pataleta, criticada por algunos por su estilo «arquitectónico» y algo manierista, defendida por otros por su enorme lucidez y osadía, creo que ha envejecido mal, que el espectador no adepto la entenderá peor, y que el sentido común del gran público volvería a arrinconarla sin ninguna consideración (no fue en absoluto un éxito comercial, ni siquiera en los circuitos de «Arte y ensayo», excepto en España, naturalmente).

    Una obra para ver y discutir en profundidad, rica o vacía según se mire, y en la que no me pongo del todo de acuerdo (la amo/odio sin término medio).

    Pese a ser muy diferente a lo que uno espera del autor y de la época en que fue rodada (no hay sublimación del cambio social de los años 60, apenas se le presta detalle; la incomunicación no es el verdadero motor de la historia, no hay crítica socio-política progresiva y de gran calado), se aprecian multitud de detalles (éticos, estéticos, lineales, subliminales), y «sobran» otros (ídem).

    No la aconsejo como iniciación al cine de su autor (es mejor empezar con «La noche» o «Las amigas»), aunque sí como puerta de entrada al cine europeo «sesudo» de los años 60. Probad a verla.

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